HOY NO HAY BIELAS, MAS BIEN UN CAFECITO

Lo siento amigos, pero esta vez no voy a destapar ninguna fria... Es que resulta que el ambiente de la noche de Quito, en esta ocasión, se presta para un chocolate caliente con un sanduchito o algo por el estilo.
Las bielas las dejaré para el jueves noche, luego del triunfo de la U, el viernes con los panas, o para el estadio el domingo en Ambato.
En todo caso que el chocolate sea de buen provecho.
Y es que el chocolate a más de ser adictivo, (me como uno al menos al día), bien caliente sirve para sacar el frío que cala en los huesos por las lluvias y la neblina extraña que hay en la capital. El ambiente se vuelve frio y los cuerpos también.
Pero no es allá donde quiero llegar. No es solo el frio superficial, es más allá, más profundo.
Resulta que muchas veces a más de los huesos frios, el alma empieza a sentir que los grados bajan lentamente.
Es en momentos en que uno está feliz, y de repente todo empieza a enfriarse. Ahí surge la gana de conversar, de charlar, de huir, de putear, de gritar, de hacer lo que sea, con tal de sacarte la bronca que te carcome por dentro, sacar esa neblina de tu interior.
Muchas veces no encuentro explicación para las malas ondas, las malas vibras, las malas caras, los putamadrazos.
Pero el hecho es que quieras o no, la sonrisa del principio de día termina en bronca al final.
Ahì es donde tratas de encontrar formas para devolverle la sonrisa a tu rostro, y por ende calentar el alma. Mandas todo al carajo y solo quieres reintentarlo al día siguiente, y una vez más y otra vez. Pero siempre habrá un lugar, un espacio, un pana, lo que sea, alguien con quien conversar y alguien con quien sonreir.
Hoy seguro yo lo encontré y me divertí, pero no les voy a contar cómo fue.
Solo se que espero que todos, en algún momento de la vida, sepan que pueden contar con alguien con quien tomarse un chocolate.
Asomarán para las bielas.
El mundo no es pequeño, sino la mente de las personas que no quieren abrir los ojos ante sus vasticidad